Blog # 181 (Y con éste restan 184 blogs para completar el bonito experimento de un blog por día. Godzilla 2000 es la muestra de lo buenas que se ponen las películas del Rey de los Monstruos cuando Toho vuelve a hacerlas luego de que les quitan los derechos a los gringos por lo pobres que salen sus versiones. Pronto habrá más Godzilla de Toho, y volverá menos “gordo”).
Ella, una chica acaudalada que el día de su cumpleaños es secuestrada por Aviones. Él, un autobot de una línea de minivehículos que habla más que otra cosa. Puede que los dos no tengan mucho en común, pero hasta donde dejé la historia ayer, sorprende que a ella le guste más él que él a ella, y una vez que el destino y sus enemigos los separan, queda ver si el autobot conocido como Powerglide ha sobrevivido al ataque de Dirge, Thrust y Ramjet, y está dispuesto a rescatar a Astoria, antes que vuelva locos a los Decepticons con sus constantes quejas. Pero vamos pues al desenlace de esta historia.
Aunque destartalado y dañado, Powerglide todavía tiene la suficiente voluntad para ir tras los aviones y recuperar a Astoria, pero no la bastante para irse volando en modo avión. Y como antes aterrizar se contactó con los Autobots en el Arca para pedirles ayuda, pronto llegan por él Ratchet y Wheeljack para llevarlo a reparaciones.
Impaciente, Powerglide no deja que Ratchet termine sus reparaciones, y se para de la mesa de operaciones para hablar con Optimus Prime, con quien concuerda que no saben qué quieren los Decepticons de Astoria. Poco antes de irse, Teletran-1 los entera de una estación suborbital obra de los Decepticons, y el valiente Minivehicle decide ir hacia allá, una vez se siente bien para emprender el vuelo de nuevo. En la base flotante Decepticon, las cosas no están mejor para Astoria, que es sometida a interrogatorio por parte del mismo Megatron, que intenta sonsacarle una fórmula de alta tecnología que el padre de la chica le legó antes de morir, y que le permitirá convertir el campo magnético de la Tierra en energía. Pero las constantes demandas de Astoria para que le den algo qué comer no hace más benévolos a los Decepticons con ella.
Ante las constantes negativas de Astoria de decirle la fórmula, Megatron decide aplicar en ella el Psycho-probe, un sistema que saca información del cerebro de los seres humanos al dirigir cientos de voltios al encéfalo, lo que lo hace una experiencia realmente dolorosa. Pero Megatron descubrirá a la mala la curiosa habilidad de Astoria de descomponer a las máquinas – razón por la que de seguro los Decepticons no la intimidan- cuando vea que a la chica ni daño le hace su aparato. Mientras Powerglide lucha traspasar el campo de fuerza de la base suborbital, Soundwave y Rumble intentan mantener las ventosas de los cables del Psycho-probe se queden pegados a la cabeza de la chica, con lo que son ellos los que reciben la descarga y aprenden una lección.
Frustrado porque el Psycho-probe no ha hecho efecto en Astoria, Megatron y sus hombres deciden retirarse para ver cómo Powerglide intenta llegar a la base, prometiendo volver después. Una vez se da cuenta que no hay nadie que vigile, Astoria logra zafarse de las ataduras de la silla donde está aprisionada, y sale para ver a su salvador en problemas. Al ver la antena de la base, se le ocurre crear un cortocircuito, pero al no ver nada de metal con qué hacerlo – cosa muy rara, sabiendo que casi todo en la base era de metal- Astoria decide sacrificar su collar, que contenía la avanzada fórmula de su padre para salvar la vida de su amor platónico.
Gracias a que Astoria ha logrado anular los efectos atmosféricos y electromagnéticos de la base Suborbital, Powerglide logra pasar, y no sólo eso, que también ha provocado la destrucción de la base, que obliga a los Decepticons a abandonarla. El reencuentro tiene lugar, y resulta de lo más conmovedor. Pero justo cuando Powerglide está por abrir su corazón frente a ella, la base se inclina bruscamente y Astoria cae, pero antes su “príncipe rojo” la alcanza para evitar perderla
Ante la negativa de Astoria de abandonar la base suborbital con un paracaídas manual que le da Powerglide, decide acompañarlo a la sala de máquinas de la nave, donde planea hacer descender en un punto de su elección la chatarra. Pero la presencia de Astoria desactiva la consola, con lo que decide alejara de forma no muy sutil del lugar al empujarla hacia afuera.
Una vez marcado el curso de colisión, ambos abandonan la base a vuelo, y saber que Powerglide se ha asegurado de que la nave caiga en la base submarina de los Decepticons no le va a extrañar a nadie, ya que su derrota en este episodio fue muy precipitada, y necesitan algo así como un evento impactante, en todo el sentido de la palabra, para poder decir que ahora sí están derrotados.
De vuelta a la Tierra, Astoria les dice a Powerglide y a los Autobots que los Decepticons querían el collar que le regaló su padre, cosa que el Minivehicle rojo no parece creer. Y aprovechando el momento, el Autobot le propone a la chica si puede visitarla cuando pase por la ciudad. Ella no se niega, y luego de decirle a Astoria que posee muchas cualidades, ella le regala un beso en la placa que le tapa la boca antes de irse en el auto de su chofer.
Y al final, ante el comentario de Sparkplug, el padre de Spike sobre que nunca habría esperado que Cupido lo flechara, Powerglide se va indignado al escuchar también las risas de ratchet y Ironhide, pero a modo de romper la cuarta pared, camina hacia nosotros y nos deja ver sus circuitos del pecho para mostrarnos unas luces tintineantes en forma de corazón, que demuestran lo enamorado que quedó de Astoria.
Una historia adorable, pero rara, que muestra como una chica con una rara habilidad es capaz de poner en jaque a los Decepticons ella sola, y que da ejemplo de cómo los escritores de la serie se las arreglaban para dar historias interesantes a los personajes que conformaban la línea de juguetes de Transformers. Y una pena que Astoria no haya aparecido más en el programa – mas sí en el cómic Transformers: Wings Universe, que seguro habría sido el arma secreta de los Autobots contra los Decepticons.
El Buffet Crítico 