Llega al final del trayecto la primera temporada de: Koutetsujou no Kabaneri (Parte II).

Blog # 324 (y con éste restan 41 blogs para completar el bonito experimento de un blog por día.  Cierto es que Pokemon Go es un juego de Realidad Aumentada, no uno de Realidad Virtual. En conclusión, no se habrán inventado la rueda los realizadores con el juego, pero se ve que es el “crack” de esta década).

Desde un principio Ikoma era «badass», pero tras la mordida del kabane se volvió más comprometido a la causa.

Un grupo de sobrevivientes que ocupan un tren liderado en buena parte por adolescentes deberán padecer los horrores de una guerra contra un enemigo sobrenatural y pandémico. Para mí esa es una buena sinopsis de Koutetsujou no Kabaneri, que va un poco más allá con el plan zombies que atacan en hordas al modificar a estos monstruos de sobra conocidos por el colectivo popular al dotarlos de un punto débil reforzado y que no sólo se conforman con ir por ahí en conjunto y gimiendo, además que de ellos se deriva la posibilidad de poder crear una nueva especie de seres, híbridos superiores que son el eje central de esta historia.

Ikoma, sinónimo de ser tratado a las patadas.

Pero volviendo con la versatilidad de los Kabane, hay una técnica especial que estos seres emplean para atacar, que es la del Kuro Keburi, que básicamente es una figura enorme formada por estos seres, para conformar  un solo organismo y capaz de un nivel superior de destrucción, con un Kabane como el dentro de la criatura, que se hace pasar por su corazón. Lo que ocurre con el Kuro Keburi, es que no es un ser natural, sino artificial, y aunque esto no se nos dice de inmediato, el que Mumei, la otra Kabaneri que ocupa el Koutetsujou sepa bien lo que es, hace parte de los futuros acontecimientos.

Lo más cercano que conozco de un Kuro Keburi es cuando vi a los Critters conformar una bola antropófaga imparable en una de sus películas.

Claro, Mumei es la conexión con quien será el principal antagonista de la serie, y al que no conoceremos hasta ya avanzada la misma, en el episodio 7, que es el más ligero de toda la serie al poner a los protagonistas celebrando la fiesta tradicional Tanabata en una estación. Este no será otro que Biba, quien lidera a un grupo de asesinos de Kabane, expertos en exterminarlos donde sea que lleguen.

Que no los engañe su carisma, cara de niño bonito y su pelo rosado, este tipo es un genocida cabrón igualito a Griffith.

Aunque se han ofrecido amablemente a escoltarlos hasta llegar con el Shogun, el grupo de cazadores, los Karikatashū, que son mil veces más efectivos que cualquier hombre armado en el Koutetsujou, en realidad siguen los ideales de Biba, que convergen en una venganza personal contra su padre, el shogun, quien intentó acabar con su vida de niño, y lo traicionó a él y a sus hombres durante una matanza de Kabanes al dejarlos a merced de la horda de monstruos. Pues que Biba es peor que mil Kabanes, y lo oculta bajo una cara de ángel y un semblante tranquilo, como se puede ver en la matanza que organizó en una estación previa al destino del Koutetsujou, con Kuro Keburi incluido.

¿Cómo puede dormir todas las noches sabiendo que ha convertido a los Kabane en algo mil veces peor de lo que ya son?

¿Y dónde queda Mumei en todo esto? Pues que ella le debe esta vida y la otra a Biba tras socorrerla durante una invasión de Kabanes siendo niña, poniéndole a su alcance un arma con la que acabó con el asesino de su madre, quien acabó con su vida creyéndola una infectada. Como le tenía tanta devoción, aceptó someterse a la alteración de su sistema al aceptar que le inyectaran la condición de Kabaneri, que es para ella una espada de doble filo, ya que esto conlleva algunos quebrantos de salud. Pero así y todo, pese a que en Koutetsujou ha logrado hacer buenas migas con todos como su guerrera más fuerte y buena amiga, y de hacer equipo con Ikoma al emplearlo de escudo durante las incursiones Kabane, su corazón se decide  por la lealtad hacia su devoto salvador.

Aquí se bajan los fans de Mumei.

Como participante activa de la gran matanza organizada por el grupo de cazadores de su jefe, Mumei pasará de ser una persona muy segura de sí misma a todo lo contrario, dependiendo de Biba y ejecutando sus órdenes sin chistas, que estas van desde el tomar la llave de Ayame del Koutetsujou, hasta abrir las puertas de la estación Iwato, donde Biba decide acabar con el líder de la estación al acusarlo de su culpa por lo que le sucedió con su escuadrón. Aquí lo que es la estructura de Koutetsujou no Kabaneri, donde la lealtad de los sobrevivientes de la estación Aragane les permitía sobrevivir a todo lo terrible de su viaje hasta su destino se deshace por una sola persona, que durante varios episodios logra ser tan odiada como Biba.

Y lo único que mantendrá a Ikoma pendiente de Mumei pese a su traición es su promesa de hacerla volver a la normalidad.

Lamentablemente, será Ikoma quien padezca lo peor de este giro de los acontecimientos, pues tras quedar atrapados todos como rehenes de los Karikatashū, en un intento de tomarse el tren de sus captores, su revuelta es ahogada, y tiene consecuencias mortales, como la muerte de Takumi, quien se interpone entre una bala disparada Biba hacia Ikoma para salvarle la vida, y la pérdida de un brazo del chico, además de una cuchillada ejecutada por Mumei, quien ha perdido su voluntad por culpa de un agente de sumisión inyectado en su sistema, que le impide rebelarse contra Biba, aún cuando había manifestado, tras arrepentirse de participar en los hechos de la estación Iwato.

Y nada, que tras saber que la cuchillada no fue mortal a propósito, Ikoma estará más empeñado en rescatar a Mumei. Y seguro más de uno habrá sentido esto como una patada.

La premisa de la serie ha sido desechada en los últimos episodios, que el espíritu de sobrevivientes en un holocausto zombie se ha dejado de lado para mostrar en toda su bajeza la venganza personal de un hombre que tiene un alto rencor contra su padre y contra el mundo, ya que su golpe en la estación donde este gobierna Hinomoto será el primero de muchos que estos asesinos a sangre fría ejecuten. Y sólo hay alguien que puede detener tanta atrocidad y sangre derramada de manera impía, pero al lamentar la muerte de su mejor amigo y la traición de quien planeaba curar de su condición de Kabaneri ponen a Ikoma en un estado de depresión terrible de la que sólo al final su principal rival, Kurusu, lo podrá sacar, junto con el testimonio de un científico cautivo que trabaja para Biba de que Mumei no tenía la intención de matarlo, ya que en su trance hipnótico tenía algo de lucidez. Y es aquí cuando la segunda transformación de Ikoma tiene lugar, porque este chico está dispuesto a lo que sea para cumplir sus promesas y proteger a los suyos.

Desde reemplazar su brazo perdido con su arma de perno cautivo hasta inyectarse un virus kabane. Ahí donde lo ven, Ikoma tiene agallas y poco instinto de conservación.

 

Pero los momentos finales de la serie me gustaría comentarlos el jueves, que merecen especial atención, y porque el artículo se me hizo más bien largo, una vez más, ya que desde el capítulo 7 se hizo indispensable para los seguidores de la serie estar bien atentos a los 5 episodios restantes, que quedaban en cliffhangers que hacían desear que se tuviera acceso a máquinas del tiempo para viajar a una semana en el futuro y ver como sigue la historia. Y afortunadamente para los lectores de mi blog, sólo tendrán que esperar 48 horas para ver como concluye esta serie de artículos sobre una de los mejores estrenos de primavera de este año en lo que a anime comprende.

Yo de Biba temería el arribo de Ikoma.